¿Tienes miedo de enfrentar la realidad de tu relación?
Muchos de nosotros tememos la verdadera intimidad y al mismo tiempo tememos la soledad. Esta paradoja emocional a menudo lleva a las personas a formar lo que se llama un «vínculo de fantasía», una ilusión de conexión que les permite sentirse cercanos mientras mantienen la distancia emocional intacta.


Este vínculo actúa como un mecanismo de defensa: ofrece una falsa sensación de seguridad y protección, pero en última instancia impide el desarrollo de la intimidad genuina. Este patrón proviene de nuestras primeras experiencias y nos obliga a recrear dinámicas de relación defensivas que aprendimos en la infancia.
Con el tiempo, este comportamiento nos impide probar la plenitud del amor y la intimidad. Si bien podemos sentirnos conectados superficialmente, la distancia emocional eventualmente se genera, y nos deja sintiéndonos incomprendidos o insatisfechos en nuestras relaciones. Si no reconocemos el amor de fantasía y el papel que desempeña en nuestras relaciones, corremos el riesgo de quedarnos atrapados en un ciclo de conexiones superficiales.
A continuación se indican dos formas en las que los vínculos de fantasía pueden dañar su relación.
Evitar el conflicto real y mantener la armonía superficial
En un vínculo de fantasía, ambos miembros de la pareja pueden evitar el conflicto real para mantener la ilusión de conexión y seguridad emocional. Pueden esconder los problemas bajo la alfombra o establecer un patrón pasivo de coexistencia en lugar de abordar los problemas subyacentes. Si bien evitar el conflicto puede aparentemente preservar la armonía, puede tener diferentes efectos según la fortaleza de la relación.
En el caso de las relaciones con una base sólida de confianza y respeto, evitar el conflicto puede mantener la paz y la productividad temporalmente. Sin embargo, en relaciones más débiles o frágiles, esta evasión suele ser contraproducente, ya que los problemas no resueltos pueden agravarse y causar más daños.
En el contexto de un vínculo de fantasía, donde la distancia emocional y la actitud defensiva ya están en juego, esta evasión del conflicto real impide una comunicación saludable y la resolución de problemas que, de otro modo, podrían fortalecer la relación. Con el tiempo, refuerza la ilusión de cercanía mientras mantiene la intimidad genuina fuera de nuestro alcance.
Aunque parezca contradictorio, optar por evitar los conflictos impide una comunicación sana. Para resolver los conflictos de manera eficaz, intente utilizar un enfoque diferente:
- Mentalidad de resolución de problemas. Aprende a abordar los desacuerdos con una mentalidad de resolución de problemas en lugar de una actitud defensiva. Las técnicas como la escuchar de forma activa, la expresión de sentimientos mediante declaraciones en primera persona y la búsqueda de compromisos pueden ayudar a resolver los problemas y, al mismo tiempo, mantener la conexión.
- Expresar la ira. A pesar de lo que pueda pensar, expresar tu ira (tanto hacia uno mismo como hacia su pareja) puede ser transformador para romper las barreras de la intimidad genuina. Estas emociones, a menudo arraigadas en experiencias pasadas no resueltas, son comunes en las relaciones en las que existe un amor de fantasía.
- Aceptar la vulnerabilidad. Expresar emociones requiere vulnerabilidad, que a menudo es un desafío pero necesaria para una conexión auténtica. Las parejas deben sentirse lo suficientemente seguras como para expresar sus emociones sin miedo a ser juzgadas o a sufrir represalias.
Al aceptar la vulnerabilidad, las parejas pueden romper con los patrones de interacción habituales e inútiles y, en cambio, pueden construir su relación con esfuerzos e intenciones conscientes, lo que conduce a conexiones más saludables y satisfactorias.
Pérdida de la identidad individual


En un vínculo de fantasía, existe una tendencia a que los miembros de la pareja pierdan de vista sus propias identidades a favor de crear la ilusión de una relación ideal. Esto ocurre cuando los individuos comienzan a fusionar su sentido de sí mismos con la relación. A su vez, descuidan sus deseos, intereses y crecimiento personales a favor de los compartidos.
Por ejemplo, un miembro de la pareja puede reprimir sus propias necesidades o pasiones en un intento de complacer al otro o evitar conflictos. Con el tiempo, reprimir sus deseos dará como resultado una sensación de desconexión de su verdadero yo. En casos graves, esta dinámica puede incluso generar una sensación de dependencia, donde uno o ambos miembros de la pareja sienten que necesitan la relación para sentirse completos o validados.
Cuando los miembros de la pareja no logran nutrir su propio crecimiento individual y sus aspiraciones personales, se crea un desequilibrio en la relación. Una de las señales más notables de dicha codependencia es cuando los individuos comienzan a hablar como una unidad, utilizando «nosotros» en lugar de «yo».
Este cambio de la identidad individual a la identidad colectiva puede dificultar el mantenimiento de un sentido de autonomía personal y autoexpresión. Cuando se habla con un miembro de la pareja o se le exige que tome una decisión, es posible que instintivamente intervenga y responda en nombre del otro. En última instancia, esto hace que sea difícil discernir la línea entre sus necesidades personales y las necesidades compartidas.
El matrimonio y la cohabitación hacen que los aspectos públicos (colectivos) y privados de la identidad cambien, haciendo que el foco pase del “yo” al “nosotros”. En otras palabras, la autopercepción del individuo, así como la forma en que lo perciben los demás, se transforma a medida que se adapta a su nuevo rol dentro de una relación de pareja.
Las entrevistas realizadas en el estudio muestran que las personas pasan por un “doble cambio”:
- Cómo se perciben a sí mismos. Es posible que consideren su identidad más como parte de una pareja o una entidad compartida que como un individuo.
- Cómo los perciben los demás. La sociedad y sus círculos sociales esperan que actúen de acuerdo con su nuevo estado civil o de convivencia, lo que puede determinar cómo se presentan en público.
Sin embargo, las parejas pueden hacer un esfuerzo para participar en actividades de desarrollo individual (por ejemplo, perseguir pasatiempos o metas personales) y al mismo tiempo reservar tiempo para crear experiencias compartidas que reflejen ambas identidades. De esta manera, la transición de «yo» a «nosotros» no tiene que implicar la pérdida completa de la individualidad.
Encontrando los orígenes del vínculo de fantasía
Si te preocupa ser parte de un vínculo de fantasía, es esencial observar señales como la distancia emocional, las interacciones impulsadas por la rutina y la falta de un compromiso emocional profundo. Este proceso introspectivo puede ser incómodo, pero las conversaciones abiertas y reflexivas entre ambos miembros de la pareja son necesarias. Una vez que ambos miembros de la pareja evalúan honestamente su conexión, identificar cualquier fantasía compartida dañina se vuelve mucho más fácil.
Lo más importante es que las parejas deben centrarse en los orígenes del vínculo de fantasía. Específicamente, esto implica examinar las experiencias pasadas, incluidas la dinámica de la infancia, las relaciones anteriores y las inseguridades individuales, que pueden haber influido en la creación de una conexión idealizada. Sin embargo, la terapia y la autorreflexión son las soluciones ideales para descubrir estos orígenes, ya que también ofrecen un camino para liberarse de las limitaciones del vínculo de fantasía.